A partir del siglo IV, la Iglesia se convierte en una institución estrechamente ligada al emperador y a la administración imperial.
Aparece un arte suntuoso cuya manifestación más notable es la basílica en los siglos IV y V. El mosaico monumental plasma la ideología del poder imperial, pero en Oriente también muestra el vigor de la vida cristiana que se centró en la celebración litúrgica. Veamos algún ejemplo...