Blog del Profesorado de Religión Católica: Carta a San Pablo

domingo, 24 de enero de 2010

Carta a San Pablo

  Málaga, 24 de octubre de 2009


Estimadísimo Pablo de Tarso:

Escribo esta carta con el deseo de expresarle mi más sincera admiración.
Hasta mis oídos  ha llegado su historia, atravesando, nada más y nada menos que veintiún  siglos y más de cinco mil kilómetros de distancia.
Por lo que he leído a cerca de su historia, nació en Tarso, gobernada por el emperador Augusto, si no me equivoco. También sé, que usted, nació en el seno de una familia judía importante y que durante la, podríamos llamarle, “Primera etapa” de su vida se le conoció con el nombre de Saulo. Por la poca información que poseo, se especula que su padre era un rabino; y también, que estudió en Jerusalén, con un conocido maestro de la ley judía llamado Gamaliel.
Según lo que he leído, consiguió adquirir la ciudadanía romana, gracias a que su familia tenía recursos económicos y una buena posición. Con el entorno en el que vivió, no me extraña que se convirtiera en un judío convencido y militante, y si me permite decirlo, muy cercano a los fariseos. Pero en realidad, lo menos importante de su vida, es lo dicho con anterioridad. Lo más importante es su encuentro con Jesucristo, su transformación.
Al principio, como miles de judíos, pensó que Jesús no se correspondía con el Mesías que anuncian las Escrituras. Por eso se opuso a los seguidores de Jesús y llegó a participar en el apedreamiento de Esteban, el primer mártir cristiano, ¿no es así?
No me puedo imaginar la experiencia que tuvo, de camino a Damasco; debió de ser especialmente profunda, logró que se convirtiese. Esta vivencia, por fuerza tuvo que marcarle definitivamente. Gracias a ella, por lo que tengo entendido, usted, comprendió que la salvación ya no está en cumplir firmemente la ley, sino en recibir el inmenso amor de Jesucristo y vivir desde él. Me gustaría que supiese que la frase que escribió en una de sus cartas, ha llegado a marcarnos de tal forma que ha sido el lema de numerosas campañas y grupos cristianos, incluso se convirtió en nuestro lema en la última Pascua que celebramos el grupo de Juventud Carmelita, al que pertenezco.
Y tras este encuentro, se inició la Segunda etapa de su vida, esta vez formando parte del grupo, que algún día persiguió. Pasó a llamarse Pablo, y se convirtió en uno de los más fervientes apóstoles de la nueva religión, que en la actualidad ya no es tan nueva, pero si muy necesidades de apóstoles como usted; hay veces que me gustaría poder imaginarme con más realismo su época para poder comprender mejor el presente, echar un pequeño vistazo…
Me pregunto, como tuvo el coraje suficiente para llevar la predicación de Jesús fuera de Palestina, porque seguro que se enfrentó a muchas personas en Asia Menor, Grecia e incluso Roma, pero enseguida me digo que lo que le impulsó fue el deseo de que el cristianismo no podía quedarse reducido a una secta cristiana dentro del judaísmo. Estoy convencida de que todo lo que hizo lo hizo por fe.
Pero sé, que no todos lo veían así y por eso tuvo que defender esa posición en la primera asamblea general de los cristianos, el llamado concilio de Jerusalén, si no me equivoco. Es sorprendente, que a pesar de su pasado, dedicase su vida a llevar el evangelio a aquellos que no eran judíos. Me alegro, que muchos de sus viajes hayan quedado recogidos en el libro Hechos de los Apóstoles, por Antioquia, Chipre, Éfeso, Atenas, Corinto…, pero me pregunto lo que debió sentir en pasar de ser el perseguidor al perseguido en Roma, sufriendo el martirio, y desgraciadamente, no fue usted el único.
Para finalizar mi carta debo decirle que pienso que usted ha sido una figura clave en la expansión del cristianismo. Su procedencia, su mayor integración en el Imperio, su hábito de viajar y su propia educación y nivel cultural, puestos al servicio del evangelio, le permitieron implantar con fuerza las primeras comunidades cristianas fuera de Palestina, es admirable. Creo, que usted, fue uno de los primeros que conectó el cristianismo con la cultura greco-romana que vivía en su época. Lamento que muriese decapitado en Roma, y por las condiciones de su muerte. Pero para mi es un placer decirle que sus viajes han dado, sin duda alguna, un gran fruto que espero, y creo, que durará por muchos siglos más

Mª Auxiliadora Bernier Bonilla
4º ESO
Colegio Madre Asunción

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