Las tensiones surgidas entre la ciencia y la religión han sido producidas por circunstancias históricas concretas.
La mayoría de las veces en la raíz del problema está la confusión de los papeles de la ciencia y la religión. Es necesaria una distinción del terreno propio de cada una de ellas. La religión es el conjunto de estructuras por las que el hombre manifiesta su relación con Dios. La religión tiende a dar una respuesta específica al sentido de la vida. La ciencia mira los datos concretos, su campo propio es el mundo material y objetivo, se enfrenta a él sin prejuicios, con la plena autonomía de la razón humana.
Es preciso el respeto a la autonomía de cada una de ellas:
- La ciencia no se pronunciará sobre lo que no es objeto de la experiencia sensible.
- La religión debe respetar la autonomía de la ciencia, sin intentar rebasar el campo que le es propio. Dios no puede ser empleado para cubrir huecos de nuestra ignorancia o para “resolver” las cuestiones que la ciencia deja todavía sin respuesta.
La autonomía mal interpretada puede conducir a separar la fe en Dios de la verdad objetiva. En la religión hay también una verdad objetiva, la fe pide búsqueda, reflexión, estudio. La fe también pide madurar intelectualmente. Autonomía no significa desvinculación. El hombre científico no es hombre por una parte y científico por otra, ambas facetas deben vivir en armonía. La complementariedad entre la ciencia y la religión se debe a que son dos modos diferentes de preguntarse por la realidad.
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Canal religión y cine
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