Blog del Profesorado de Religión Católica: Carta desde el monasterio

domingo, 23 de enero de 2011

Carta desde el monasterio


Queridos padre y madre:
Espero que se encuentren bien. Lamento mucho no haberles podido escribir antes, pero mi vida en el monasterio es muy dura. Supongo que esta misiva llegará más tarde de lo que tenía previsto, pues me encuentro más lejos de lo que me gustaría.
En vuestra última carta me comentan que les gustaría que me explayase más en mis misivas, por lo que me dispongo a contarles como es el monasterio, mi rutina y mi vida aquí.
Mi monasterio es hermoso, y no hablemos de la iglesia. Es preciosa. Me encanta pasar tiempo allí. Los maitines se me pasan muy rápido rezando en esta iglesia. En mi tiempo libre leo la Biblia en el claustro, porque es muy bonito y hay unos bancos donde me puedo sentar, porque normalmente estoy muy cansada por el trabajo. La Biblioteca es gigante. Como me enseñasteis leer suelo copiar muchos libros. No solemos ir mucho a la sala capitular ya que solo nos reunimos con el abad en muy pocas ocasiones. Las veces que nos reunimos todos son para rezar. No solemos hablar mucho ya que seguimos al pie de la letra la regla de San Benito “Ora et labora”. No pasamos hambre aunque no solemos comer carne ni pescado. Lo que más comemos son hortalizas de nuestro propio huerto. El refectorio es enorme, le encantaría madre y no digamos la cocina. Estoy segura de que pasaría horas en ella. El huerto es muy grande y me gusta mucho como sabe el puerro. Cuando lo probé me acordé de mi hermana. Recuerdo que le gustaba mucho. Mi celda no es muy grande, pero es suficiente. Tengo una cama, un baúl donde guardar mi ropa, una mesa y una silla. Todavía tengo la Biblia que me regalasteis padre. Suelo leerla mucho, así estoy cerca de usted, de madre y de mi hermana, a la vez que cerca de Dios.
Suelo levantarme muy temprano, a las seis y cuarto. Me acuerdo mucho de lo pesada que se ponía usted, madre para que me despertase a las ocho, aunque ahora me despierto mucho antes y sin chistar. Estamos una media hora rezando los Maitines. Luego oramos en nuestras celdas y estudiamos. A las ocho menos cuarto nos reunimos para los Laudes y después desayunos un poco de pan con aceite y un vaso de leche. A las nueve de la mañana solemos dedicarnos a nuestras tareas. Cada hermana de la orden suele dedicarse a una cosa distinta. Yo suelo copiar libros. A las doce tenemos la eucaristía donde bien el párroco del pueblo a dispensarnos el Cuerpo de Cristo. A la una y media comemos y después tenemos un rato libre hasta las tres y media, donde nos dedicamos de nuevo al trabajo. A esta hora suelo dedicarme al huerto, ya que soy una de las más jóvenes y prefiero dedicarme yo a las otras hermanas, ya que hay muchas de sesenta años. A las siete tenemos las vísperas y damos gracias a Dios por el día que nos ha regalado. A las ocho y cuarto cenamos y a las nueve y media rezamos las completas.
Bueno, eso es todo. Espero que sepáis mejor como es mi vida en el monasterio y que os quedéis más tranquilos porque mi vida no está tan mal. Es cierto que estoy normalmente muy cansada porque el trabajo es muy duro, pero me gusta mi vida. No está tan mal.
Espero que a la llegada de mi misiva estéis bien.

Sor. Noemí García

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